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La Orden de la Sangre
Introducción
La Orden de la Sangre es una sociedad que lleva siglos oculta a ojos del mundo. Su génesis se remonta muchos siglos en el pasado, más allá incluso del nacimiento de Cristo, aunque nadie sabe exactamente cuándo. Viven mezclados en nuestra sociedad, adoptaron el calendario gregoriano al mismo tiempo y, en la actualidad, no queda nadie capaz de traducir la fecha a su propio calendario. Tiene una estructura social propia, tradiciones e historia, aunque de esta última han olvidado una buena parte. También poseen alfabeto y lengua propios. Todo en la Orden de la Sangre se basa y gira en torno a la religión, porque el culto a Shakah es la razón de su existencia y de ello depende su supervivencia.
La Orden domina la magia, una magia antigua y poderosa, siempre a expensas de su diosa y de su señor absoluto, el más poderoso de sus magos. La magia se reserva para los sacerdotes y ni siquiera para todos ellos; sólo los que alcanzan cierto nivel pueden acceder a ella. Los templos son subterráneos, los sacerdotes viven en ellos, y la magia no puede salir de sus muros. Los civiles viven integrados en la sociedad dominante y mezclados con ella. Solo acuden a los templos para determinadas ceremonias y pasan fácilmente desapercibidos. De este modo, la Orden de la Sangre y su culto a Shakah han llegado hasta nuestros días sin que nadie más que sus miembros sepan de su existencia.
Este culto surge a partir de otro anterior y más convencional. Oficialmente, uno de sus sacerdotes llegó a un pacto con Shakah: él le proporcionaba acceso al mundo terrenal a la diosa a través de un grupo de gente que le entregara su alma y le rindiera culto y, a cambio, ella les brindaba a quienes lo hicieran la posibilidad de burlar a la muerte y, tal vez, llegar hasta la divinidad. A partir de este punto, el culto se separó del oficial y sus seguidores fundaron lo que ahora se conoce como la Orden de la Sangre. La sociedad que la vio nacer ya no existe y, de entre todos los dioses a los que adoraba, este culto es el único que ha permanecido. Shakah es la única de aquel panteón que se mantiene poderosa y con influencia sobre parte de la humanidad, porque un dios sin un culto pierde su poder y muere, si es que los dioses pueden morir.
Shakah, diosa de la guerra y la muerte, patrona del subsuelo y de todo lo que existe en él. Su emblema es la estrella de ocho puntas, sus colores son rojo, verde, azul y amarillo, y su tótem es la serpiente. No se conoce la forma de la diosa; actualmente se la representa con su emblema en sus cuatro colores rodeado por serpientes entrelazadas. Antiguamente se la figuraba de formas más diversas, siempre simbólicas. Algunas aún son conocidas, pero todas cayeron en desuso siglos atrás. Los seguidores de Shakah viven siglo tras siglo. Algunos de sus acólitos cuentan con varios siglos de edad, siendo el shanadi el más antiguo. Pero no hay ancianos en la Orden, porque una de las condiciones del pacto es que hay que agarrarse a la vida antes de empezar a caminar hacia la muerte. Antes de llegar al punto crítico de madurez en el que el cuerpo comienza la decadencia, el espíritu del adepto debe migrar al cuerpo de un descendiente joven y del mismo sexo que se ofrezca voluntariamente. Si no hay candidato, no hay migración, y, en el momento en que el cuerpo alcance el punto de no retorno, el adepto será expulsado de la comunidad y solo podrá volver a ella en el momento de la muerte. Cuando un espíritu migra a otro cuerpo, el alma que lo habita no es expulsada, sino que se une a la que llega, siendo así que las dos (y todas las que se sumen en posteriores migraciones) caminarán unidas en un nuevo ser hasta la eternidad.
Las clases
La comunidad, como se refieren a sí mismos, está dividida en dos clases sociales principales: la religiosa y la civil. Estos dos estratos sociales están completamente separados y se relacionan formalmente, sin que una prevalezca sobre la otra.
La clase religiosa
Está formada por sacerdotes y magos. Residen en los templos subterráneos y son quienes cuidan de la conexión con la diosa, así como quienes se encargan de iniciar a los adeptos y de que estos puedan seguir vivos siglo tras siglo.
La estructura sacerdotal es extremadamente estratificada, siendo así que no hay dos sacerdotes con el mismo nivel de autoridad en el mismo templo. En el pasado, cada templo estaba dirigido por un ilani y estos, a su vez, lo estaban por el izani, que es el sumo sacerdote de toda la comunidad y el elegido por la diosa para representarla en la tierra. Los ilanis se reunían en un consejo de gobierno encabezado por el izani; era en este consejo donde se debatían y se tomaban las decisiones respecto al funcionamiento del culto y los templos, así como las cuestiones de cariz religioso. En la actualidad, solo queda un templo en funcionamiento, dirigido directamente por el izani. Los ilanis han desaparecido y el consejo de gobierno religioso está formado por los siete mejores magos de este templo. Ha surgido también la figura del «primer mago», posición que corresponde al que está situado directamente por debajo del izani y que ejerce las funciones de consejero y asistente del mismo.
La clase secular o civil
Se estructura en clanes; cada clan está dirigido por un aladi que tiene poder sobre todos sus miembros. Internamente, el clan se divide en familias que habitualmente viven mezcladas con la sociedad dominante. El aladi es quien tiene la autoridad absoluta. Los sacerdotes forman parte de los clanes y, como miembros de los mismos, están sometidos a la autoridad del aladi. Esta es la única jerarquía oficial, aunque internamente prevalecen unos sobre otros según el apoyo o respeto que sean capaces de conseguir de otros miembros, lo cual depende del prestigio de cada uno. Este prestigio se consigue principalmente por antigüedad, capacidad económica o social y, como no, por historia, servicios prestados y carisma personal. El sacerdocio dio mucho prestigio en la antigüedad, pero ha perdido peso progresivamente. Los aladis solo están sometidos a una autoridad superior, que es el shanadi. Se reúnen en un consejo de gobierno encabezado por el shanadi y formado por los aladis de nueve clanes: los cuatro más antiguos y los tres más poderosos, calculándose este poder en base al número de miembros y la posición de sus sacerdotes en el templo.
El shanadi
El shanadi es el señor absoluto de toda la comunidad; a él le deben obediencia todos los miembros de la Orden de la Sangre. Tanto los aladis como el izani, es a él a quien deben rendir cuentas. El shanadi no se elige por votación ni hereda el poder por línea de sangre. Como todo poder en la Orden, quien quiera el poder absoluto debe demostrar ante la comunidad y, sobre todo, ante la diosa, que lo merece. El primero fue el fundador de la comunidad y, hasta el momento, no ha habido un segundo. Quien quiera arrebatarle el poder y hacerse con la corona debe desafiarle y vencerle para arrebatársela. Solo el izani tiene el privilegio de hacerlo y, hasta el momento, ninguno lo ha conseguido. De este modo, el shanadi siempre es, no solo un mago, sino el más poderoso entre ellos.
Los templos
Templo es un término que, en la Orden de la Sangre, se utiliza para denominar tanto el lugar físico donde se rinde culto y residen los sacerdotes, como la institución que los reúne y organiza. En este texto, nos referimos al primero.
Tradicionalmente, los templos son subterráneos y la entrada está oculta o disimulada por accidentes geográficos (una cueva, por ejemplo) o por edificios. Disponen de un único acceso, protegido mágicamente tanto de intrusos como de otros inconvenientes, igual que las ventanas y la estructura. Están excavados en puntos que disponen de energía mágica de forma natural, a menudo partiendo de cuevas ya existentes. Están formados por varios niveles descendentes, partiendo de la superficie y bajando hasta encontrar el punto más cercano posible a la fuente de esta energía.
La parte sagrada está en la parte más profunda, alrededor de la fuente energética, y está formada por: una gran sala pública donde se celebran las ceremonias y ritos colectivos, y salas o cuevas encantadas que utilizan los sacerdotes para rituales y ejercicios privados.
La zona de residencia se sitúa por encima, elevándose hasta llegar a la superficie, y dispone de los dormitorios, áreas comunes y de trabajo. Solo los niveles superiores disponen de luz natural y depende de la orografía de cada templo cuántas de sus estancias pueden disfrutarla. Tienen siglos de antigüedad y no disponían de electricidad ni agua corriente en el momento de su fundación. De este modo, aunque las zonas de trabajo e intendencia, así como la biblioteca y el comedor común, siempre están cerca de la superficie, la distribución se adapta a las particularidades de cada templo respondiendo a necesidades prácticas.
La zona sagrada
A ella solo pueden acceder los iniciados; está separada del resto del templo por una sola puerta.
La Gran Sala de Culto: Es la nave donde se celebran los ritos públicos. Se sitúa en el nivel más profundo y consiste en una gran sala, habitualmente excavada, con techo alto y paredes de piedra sin ventanas. En un extremo se sitúa el altar y, tras él, el trono del shanadi bajo un tapiz tras el que se oculta la forma de la diosa para que todos puedan mirarla. Carece de mobiliario y de decoraciones; los elementos necesarios para cada ceremonia o rito se colocan y retiran en el momento de celebrarlo. Es la única parte de la zona sagrada a la que pueden acceder todos los adeptos; sus puertas permanecen abiertas y solo se cierran durante las ceremonias. Los adeptos la utilizan para meditar, reflexionar y rezar.
La sala de invocación: Se sitúa al otro lado del muro tras el altar y es la sala donde se invoca a la diosa antes de las ceremonias. Solo el shanadi y el izani tienen acceso libre a esta sala, que permanece cerrada con llave. En ella reside la esencia de la diosa y es de esa sala, vacía de elementos físicos y en permanente oscuridad, de donde emana el poder mágico del templo.
Las salas o cuevas encantadas: Se sitúan alrededor y por encima del salón de culto y la sala de invocación. Son pequeñas cuevas o estancias consagradas que utilizan los sacerdotes para sus ejercicios mágicos o espirituales. No hay un número fijo de estas salas; pueden haber más o menos en función de las dimensiones de cada templo. Las hay dedicadas a cada uno de los cuatro elementos (húmedas, aéreas, calientes o boscosas según la denominación tradicional) y también a los caminos de la diosa (rojas, verdes y azules). Todos los sacerdotes pueden acceder a todas las salas elementales, no así con las de Shakah. Los simples sacerdotes solo pueden acceder a las rojas, los magos a rojas y verdes, mientras que los ilanis, el izani y el shanadi son los únicos con acceso a todas ellas (incluyendo las azules). Cuanto más profunda, más poderosa es la sala, independientemente de a qué esté dedicada.
La zona residencial
Es la parte donde viven los sacerdotes y pasan el día a día, trabajando y estudiando.
La biblioteca: Situada cerca de la superficie, es donde se guardan tanto los libros y tratados de estudio, como los archivos y la documentación de gestión. El responsable de su gestión es el archivero, que será siempre un mago de alto nivel. Se compone de:
- La sala pública: Donde los libros de consulta están a disposición de sacerdotes y acólitos.
- El depósito: Donde se guardan los libros y documentos restringidos, que hay que solicitar al archivero.
- El archivo: Donde se guarda tanto la documentación de gestión diaria como la pendiente de clasificar y archivar.
- La sala de estudio: La zona común donde se consultan, estudian y trabajan.
- Los estudios privados: Cada consejero, además del izani y el shanadi, dispone de un estudio privado para trabajar junto a la biblioteca.
El comedor: También situado en la zona alta, consiste en una gran sala con mesas para nueve comensales. En esta sala se celebra la cena diaria, que consiste en un rito sagrado al que solo pueden asistir los sacerdotes. Los sacerdotes se sientan según su nivel, siendo la presidencial la más alejada de la puerta. En ella se sientan shanadi, izani y consejeros, y se sitúa sobre una tarima, por encima del nivel del resto de mesas. El número de mesas varía en función del número de sacerdotes en el templo y están colocadas según el nivel de los comensales. Los magos de alto nivel junto a la presidencial y los sacerdotes de bajo nivel más cerca de la puerta. La sala queda a disposición de sacerdotes y legos durante el día para cualquier uso que se le quiera dar; solo se cierran las puertas y se restringe su uso durante el ritual de la cena. Es habitual que se le dé un uso social, ya que este y el salón de culto son las únicas estancias de grandes dimensiones.
La sala del consejo: Es la sala donde se reúne el consejo de magos, también con luz natural disponible. Consiste en una sala con una gran mesa alrededor de la cual se sientan los consejeros. La preside el izani en el extremo más alejado de la puerta y, frente a él, se sienta el consejero de menor nivel. Tras la silla del izani se sitúa un trono para el shanadi colocado sobre una tarima. El shanadi tiene la opción de asistir a las reuniones y la potestad de sancionar o vetar cualquier decisión que se tome. Esta sala no se usa solo para reuniones oficiales, sino también para reuniones de trabajo y estudio en las que puede estar el consejo al completo o solo parte de él.
Las salas comunes: Pequeñas estancias que están disponibles para el ocio de los sacerdotes. Aunque también se utilizan para reuniones de estudio y trabajo, el mobiliario del que disponen no suele ser el más adecuado para ese uso. Las hay en todos los niveles y pueden disponer o no de luz natural.
La intendencia: Cocina y lavadero, se sitúan en la parte alta para disponer fácilmente de agua y ventilación. Despensas y almacenes, en sus cercanías, aprovechando huecos demasiado pequeños o sinuosos para otro uso. No existen cuartos de baño propiamente dichos. Los sacerdotes disponen en sus dormitorios de jofainas para el aseo y orinales para otras necesidades. Para las zonas comunes se recurre a letrinas exteriores. Solo los magos de más alto rango disfrutan de una bañera y, en los templos más “modernos”, de una comuna.
Los dormitorios: Son individuales y se ordenan según el rango. Los de niveles más profundos y más cercanos a la zona sagrada corresponden a los gobernantes (shanadi e izani, o ilani dependiendo del templo, junto con los magos de alto rango). Sobre ellos se sitúan los magos y sacerdotes que les siguen, acercándose progresivamente a la superficie, hasta encontrar los de los sacerdotes en fases iniciales junto a las zonas comunes o justo debajo de ellas. De este modo, se da la paradoja de que las habitaciones mejor ventiladas e iluminadas suelen ser las de los sacerdotes sin rango, mientras que la élite del templo duerme en cuevas sin ventanas, más parecidas a una mazmorra que a un dormitorio.
Los sacerdotes
El templo no solo es el lugar donde viven los sacerdotes y se rinde culto, también es una institución formada por el conjunto de sacerdotes. Forman una sociedad separada e integrada en la comunidad, una élite, aunque no tienen autoridad directa fuera del templo. Al entregarse al templo se apartan de la familia y de la comunidad general; su prioridad es el culto y la magia. Están casados, ya que de otro modo no tendrían hijos ni acceso a la eternidad, pero viven en el templo y la frecuencia con la que vean a los allegados depende de las circunstancias en el mismo.
Convertirse en sacerdote implica un proceso de entrega similar a la iniciación de los acólitos, durante el cual el templo evalúa si el candidato es válido y al final del cual el solicitante asume una serie de compromisos y renuncias. En la Orden se refieren popularmente a este proceso como “tomar la túnica negra”, ya que este es el color de la indumentaria de los sacerdotes en las ceremonias, mientras que los acólitos visten de rojo. Formalmente, el único requisito que hay que cumplir es haber vivido al menos una vida en el mundo. Es decir, que los candidatos deberán acercarse al siglo de edad como mínimo. Debido a esto, lo habitual es que los sacerdotes y sacerdotisas tiendan a la antigüedad; se considera jóvenes a los que cuentan con menos de trescientos años de edad.
A pesar de que viven en una comunidad cerrada y jerarquizada, el sacerdocio en la Orden es un camino individual hacia el poder y el conocimiento. Todo sacerdote asume el compromiso de ejercer de maestro de sus inferiores y será alumno de los superiores. Deberá implicarse en el funcionamiento del templo y del culto colectivo de la manera que le ordenen y vivir según las normas que le atañen. Pero la mayor parte de su aprendizaje y de su ejercicio se centrará en su crecimiento personal como sacerdote, mago y sabio. Lo que le exige el templo, a cambio de facilitarle ese camino, es poner el poder y conocimiento que adquiera a disposición de la comunidad y de los superiores cuando se le requiera.
Los sacerdotes se dividen en dos grandes grupos: los que tienen acceso formal a la magia (magos o sacerdotes-magos) y los que no (sacerdotes simples o sacerdotes). Por encima de los dos grupos se sitúan el ilani (cargo desaparecido en la actualidad) y el izani.
Sacerdotes y sacerdotisas simples
Son los que están en los niveles más bajos y aún no tienen acceso formal a la magia en el templo. Su papel es el de contribuir con su energía y ejercer de subalternos y ayudantes de los magos. En ceremonias y rituales llevan túnicas con adornos rojos. El rojo es el color del fuego en el interior de la tierra y de la sangre, representa las fuerzas primigenias, la fuerza vital y la materia. Al margen de cuestiones místicas, en el templo se encargan de los trabajos de intendencia y mantenimiento. Los sacerdotes simples son los que se encargan de la cocina, la limpieza, etc. Entre ellos se distinguen dos grupos privilegiados que deben existir en todos los templos:
- Los músicos: Siempre debe haber seis en cada templo, su sexo es indiferente.
- Los bailarines: Tiene que haber catorce en cada templo, siete hombres y siete mujeres.
Ser bailarín o músico ceremonial implica horas de ensayos, lo que dispensa a sus miembros de otras obligaciones más penosas. Los miembros son elegidos por quien dirige cada grupo según su criterio y es una de las excepciones para las que el nivel jerárquico no se tiene en cuenta. Los magos no pueden formar parte de estos grupos.
Magos y magas
Este es el segundo escalón y el último para la mayoría, son los que por su nivel ya tienen acceso formal a la magia del templo. Su función es la de conducir la energía y materializar los hechizos, ensalmos e invocaciones en ceremonias y rituales. Los adornos de sus túnicas son verdes, simbolizando las fuerzas de la naturaleza junto con la magia que une los elementos y alimenta al mundo. En el templo sus responsabilidades se distribuyen entre la administración y la organización del templo, ellos son los que se encargan del aprovisionamiento o la gestión de la biblioteca, entre otras cosas.
Los siete mejores forman el consejo que dirige el templo junto al ilani, ellos son los que se encargan de la dirección efectiva del templo y de oficiar la mayor parte de las ceremonias. Entre ellos, el primer mago es el que ejerce de asesor y ayudante del ilani, también quien le sustituye en la presidencia en caso de ser necesario.
Ilani
Era el mejor de los magos en un templo, se encargaba de dirigirlo y de oficiar las ceremonias y ritos más importantes. Sus adornos eran azules como los del izani y el shanadi. El azul representa mente y corazón, la fuerza humana que mueve el mundo. También se lo asocia con el poder de la diosa. Ejercía como sabio y guía espiritual, así como representante de su templo en el consejo de magos y ante el izani.
Izani
Es la máxima autoridad religiosa y el responsable último de todo lo referente al culto y los templos. El más poderoso de los sacerdotes magos, sabio y guía espiritual de toda la comunidad. Oficia las ceremonias y ritos más importantes, junto con las que se consideran honoríficas (como la comunión diaria), pudiendo delegarlas en algún mago de rango. Debe ser elegido por la diosa a solicitud del templo, dado que se le considera su voz en la tierra. Actualmente solo el clan del Eterno puede aspirar a esta distinción. Entre sus funciones está la de presidir el consejo de magos y la de ejercer de juez en cuestiones religiosas.